2024-09-29 | Mensaje del Equipo Diocesano de Pastoral Migratoria
Hoy la Iglesia Argentina celebra la 110ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado con el lema “Dios camina con su pueblo”, por ellos, los integrantes del Equipo Diocesano de la Pastoral Migratoria de la Diócesis de Río Gallegos, comparte un fraternal saludo, cercanía y compromiso para caminar junto a los migrantes que llegan y los que habitan en esta tierra patagónica. Asimismo, el Equipo conmemora éste año 24 años de acompañar a los migrantes en nuestra diócesis, en esta tierra que por su naturaleza ha sido y sigue siendo migrante por antonomasia.
Durante este tiempo, la pastoral migratoria ha sido fiel a su misión de "acoger, promover, proteger, integrar y celebrar" la vida de cada persona que llega a nuestra tierra.
Nuestra experiencia nos ha enseñado que la migración, antes de ser "un problema", es una realidad que nos invita a crecer en fraternidad. Se trata de no excluir a nadie, de comprender que hay lugar para todos porque "todos somos parte de una misma familia humana" [1].
Hemos sido testigos de historias de esperanza y resiliencia, acompañando a quienes llegan con sus mochilas cargadas de sueños y desafíos. Nuestro servicio pastoral se ha centrado en reconocer en cada migrante el rostro de Jesús, en cada hermano herido que llega en busca de una vida más digna. Los llamamos por su nombre y abrazamos su situación. Tenemos el corazón lleno de rostros, cada uno con su propia historia, sus alegrías y sus luchas.
Lamentablemente, también hemos sido testigos de tratos injustos hacia los migrantes. Estas situaciones preocupantes se han observado tanto en organismos públicos responsables de su acogida, como en ámbitos privados.
A lo largo de estos años, hemos tejido puentes entre culturas, celebrado la diversidad y animando la integración. Hemos acompañado celebraciones religiosas, organizado encuentros interculturales como así también múltiples espacios de capacitación en la temática de migraciones y trata de personas y brindado apoyo en trámites y gestiones. Nos hemos esforzado por ser una voz que promueve la dignidad y los derechos de los migrantes.
Tal como lo expresa el Mensaje del Encuentro Nacional de la Pastoral Migratoria del mes de junio en Luján, nos preocupa el cierre de oficinas migratorias de El Calafate, lo cual complica e impide la integración de los migrantes. Estas situaciones nos recuerdan la importancia de nuestra tarea y la necesidad de seguir abogando por políticas que faciliten, y no obstaculicen, la integración de nuestros hermanos migrantes.
Nuestra experiencia nos ha enseñado que la migración, antes de ser "un problema", es una realidad que nos invita a crecer en fraternidad. Se trata de no excluir a nadie, de comprender que hay lugar para todos porque "todos somos parte de una misma familia humana"[1]. Esta visión ha guiado nuestra tarea pastoral, recordándonos constantemente que en la diversidad está nuestra riqueza y que juntos podemos construir una sociedad más justa y solidaria. Reconocemos que los países tienen que crear las condiciones para garantizar el derecho fundamental de cada persona a elegir libremente si desea migrar o quedarse en su lugar de origen, como expresa el Papa Francisco: “Libres de elegir si migrar o quedarse”. Esta libertad de elección es parte integral de la dignidad humana que defendemos y del espíritu de fraternidad que buscamos fomentar en nuestra comunidad.
La pandemia nos desafió, pero también nos mostró nuevas formas de solidaridad y servicio porque creemos que es necesario “involucrar para promover”[2]. Seguimos aprendiendo y creciendo, siempre con la mirada puesta en construir un “nosotros cada vez más grande”[3] e inclusivo.
A lo largo de los años, la Pastoral Migratoria ha tenido el privilegio de acompañar la diversidad de personas, diversidad de realidades, cada una aportando sus propias riquezas. Algunas de ellas continúan acompañándonos en espíritu, ya sea desde tierras lejanas o, como en el caso del siempre recordado P. Mario Santillo, desde el cielo. Muchos migrantes han proseguido su camino, algunos hacia nuevos horizontes en otros lugares, mientras que otros han optado por regresar a su tierra natal. Cada historia, cada rostro, ha dejado una huella indeleble en nuestra labor y en nuestros corazones.
Por eso agradecemos a todos los que son parte de este caminar: migrantes, voluntarios, colaboradores y a los organismos con quienes trabajamos en red. Juntos hemos encarnado las palabras de Jesús: "Yo era migrante y me recibiste", como modo de estar "en camino junto con ellos" y de caminar en sinodalidad, lo que implica un acompañamiento y solidaridad con los migrantes.
El desafío de estos 24 años es que nuestro caminar sea solo el comienzo de un futuro donde la fraternidad y la interculturalidad sigan creciendo en esta tierra patagónica, donde "Dios camina con su pueblo".
Como nos recuerda el Papa Francisco: “Estamos llamados a soñar juntos. No debemos tener miedo de soñar y de hacerlo juntos como una sola humanidad, como compañeros del mismo viaje, como hijos e hijas de esta misma tierra que es nuestra casa común, todos hermanos y hermanas” (cf. Fratelli tutti, 8).
Sigamos, pues, caminando juntos, celebrando la riqueza de cada cultura y construyendo una sociedad más justa y acogedora para todos, unidos en este sueño compartido de FRATERNIDAD UNIVERSAL.
Río Gallegos, 29 de septiembre de 2024.
[1] Carta Encíclica “Laudato Si” Papa Francisco (54)
[2] Mensaje Papa Francisco Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2020
[3] Mensaje Papa Francisco Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2020
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